En el fascinante mundo de las finanzas, pocos episodios ofrecen tanto drama como la adquisición de Getty Oil. Fue la mayor toma de posesión en la historia, y participaron actores importantes como el financiero estadounidense T. Boone Pickens, así como Ivan Boesky y Martin Siegel, que alcanzaron notoriedad pública en los años 80 por operaciones con información privilegiada.
La Muerte y la Ópera
Cuando el industrial estadounidense y fundador de Getty Oil, J. Paul Getty, falleció en 1976, su empresa quedó en desorden financiero. Getty Oil era propiedad familiar, pero los miembros de la familia Getty peleaban entre sí tanto como trabajaban juntos. Con la ayuda de la junta directiva de Getty Oil, el hijo menor de J. Paul Getty, Gordon Getty, fue elegido como co-fideicomisario.
Gordon Getty parecía ser la elección ideal porque, aunque tenía una parte personal en la empresa, siempre había estado más interesado en componer óperas que en el negocio familiar. Todo cambió con la muerte de su co-fideicomisario, C. Lansing Hayes Jr., en 1982. De repente, Getty controlaba el 40% de Getty Oil, lo que estimuló su interés en el futuro de la empresa.
Encuentro con T. Boone Pickens
A pesar de que Getty quería controlar Getty Oil, no mostraba deseo de participar en las operaciones cotidianas. Esto quedó claro cuando decidió ayudar a la junta a encontrar una solución a su mayor problema: el precio de las acciones de Getty Oil estaba en el suelo. La empresa tenía petróleo en el suelo valorado en alrededor de $100 por acción, pero luchaba por mantener sus acciones alrededor de los $50. Sin consultar a la junta, Getty decidió hablar con profesionales de Wall Street para revitalizar el precio de las acciones de Getty Oil. Los profesionales que eligió eran especialistas en compras apalancadas y expertos en adquisiciones, incluido el raider corporativo T. Boone Pickens.
Pickens le dijo a Getty que Getty Oil era propicio para la reestructuración corporativa que estaba barriendo Wall Street. Pickens quería que Getty aumentara la propiedad de la gerencia a través de una reingeniería financiera para que los gerentes empezaran a pensar y actuar como propietarios. Gordon Getty pensó muy bien del consejo y organizó una reunión entre Pickens y el presidente de la junta de Getty, Sidney Petersen.
Batalla en el Sancta Sanctorum
En julio de 1983, Goldman Sachs sugirió que Getty Oil iniciara un plan de recompra de acciones de $500 millones al año. En papel, era una conclusión razonable, pero en realidad, enfrentó a la junta y a Getty entre sí. Una recompra le daría a Getty el control de la empresa al aumentar su 40% a una participación de control de más del 50%. En este punto, la junta temía a Gordon Getty mucho más que a un precio de acción débil.
La batalla legal fue una clara señal para el mercado de que Getty Oil estaba listo para ser adquirido.
Triple Engaño
Liedtke fue informado de que $120 cerraría el trato, pero solo aumentó la oferta a $112.50 con $5 adicionales en unos años. El acuerdo se hizo en principio, y todas las partes acordaron en principio, declarándolo así. Mientras tanto, Boisi encontró a su caballero gris en la forma del presidente de Texaco, John K. McKinley.
La saga de Getty Oil es un ejemplo en el que la reingeniería financiera tanto ayudó, recordemos que los inversores en Getty Oil vieron sus posesiones bajo rendimiento aumentar en más del 50%, como perjudicó.
En conclusión, la batalla de Getty Oil-Texaco se destaca como una de las más feúchas en la historia de Wall Street, pero el resultado benefició a todos los accionistas de Getty Oil. No obstante, la guerra amarga continuó en los tribunales hasta llegar a un acuerdo de alrededor de $3 mil millones. La historia de Getty Oil es un recordatorio de que siempre habrá una necesidad de agitaciones en la gestión y reestructuración, pero quizás no del tipo Getty Oil.
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