La ventaja comparativa es la habilidad de un individuo, empresa o país para producir un bien o servicio a un costo de oportunidad menor que su competidor. Tener una ventaja comparativa no significa que una entidad sea mejor que otra en la producción de un bien o servicio, sino que sacrifica menos para hacerlo.
¿De dónde proviene la ventaja comparativa?
La ley económica de la ventaja comparativa se remonta a principios del siglo XIX y demuestra que el proteccionismo (llamado mercantilismo en la época) no es necesario en el comercio libre. Popularizada por David Ricardo, la ventaja comparativa argumenta que el comercio libre funciona incluso si un socio en un acuerdo tiene una ventaja absoluta en todas las áreas de producción. Como tal, un socio produce productos más baratos, mejores y más rápidos que su socio comercial.
El principal temor de los países que ingresan al libre comercio es que sean superados por un país con una ventaja absoluta en varias áreas, lo que llevaría a importaciones pero no a exportaciones. La ventaja comparativa establece que los países deben especializarse en una cierta clase de productos para la exportación, pero importar el resto, incluso si el país tiene una ventaja absoluta en todos los productos.
¿Por qué es importante?
La ventaja comparativa es la capacidad de una economía para producir un bien o servicio en un costo de oportunidad menor que sus socios comerciales. Introduce el costo de oportunidad como un factor de análisis para elegir entre distintas opciones de producción. Sugiere que los países comerciarán entre ellos, exportando los bienes en los que tienen una ventaja relativa.
¿Cómo se aplica en la práctica?
La esencia de esta ley se puede ilustrar con un ejemplo simple. Imagina que eres un hábil carpintero y un pintor talentoso. Te toma un día construir un armario o un día completar un cuadro. En la economía local, los cuadros se venden por $400 y los armarios por $350. Tu vecino comparte las mismas habilidades, pero le toma un día y medio construir un armario y tres días completar un cuadro. Tienes una ventaja absoluta sobre tu vecino en ambas áreas, ¿entonces deberías tratar de superarlo en todos los aspectos? No.
Si te enfocaras en la pintura, donde tienes la mayor ventaja comparativa y más ganancias, mientras dejas la fabricación de armarios a tu vecino, ambos serían más ricos al especializarse, y la economía local sería mejor por ello.
¿Por qué se debe considerar la ventaja comparativa en el comercio?
Los economistas históricamente han abogado por políticas de libre comercio, y la ventaja comparativa es la razón principal. La teoría sugiere que el bienestar económico total en todos los países mejora cuando estos se enfocan en aquellas industrias en las que tienen la mayor expertise y éxito, y los costos de oportunidad más bajos.
Los defensores del libre comercio argumentan que las restricciones al comercio hacen que todos los consumidores, incluso los estadounidenses, sean más pobres de lo que podrían haber sido. Cuando los trabajadores de un país se especializan en donde tienen los costos de oportunidad más bajos, esas industrias logran economías de escala e innovan. La producción aumenta, causando una disminución en los precios y una mejora en los estándares de vida.
¿Por qué no hay un libre comercio completo?
Si los economistas –que rara vez están de acuerdo- están casi uniformemente a favor del libre comercio, ¿por qué no hay un comercio abierto entre países? Existen muchas razones, pero la más influyente es la búsqueda de rentas. Esto ocurre cuando un grupo se organiza y presiona al gobierno para proteger sus intereses.
La ventaja comparativa insta a las naciones a participar en un comercio real y a especializarse en áreas donde tienen la mayor experiencia y éxito, en lugar de intentar fortalecer industrias débiles contra la competencia extranjera imponiendo aranceles protectores que obstaculizan la producción y el aumento en la riqueza general.
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